Que la tan deseada vuelta a las aulas sea una distopía silenciosa con límites marcados en el piso con cintas de peligro habla no sólo de una situación sanitaria sino del arrastre del abandono de las escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires. Niños y niñas parecen más conscientes de los cuidados colectivos para preservar la salud que el propio gobierno.
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