La pulseada del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para hacer caer el DNU del presidente de la Nación que, entre otra medidas para limitar la circulación del virus de la covid-19, suspende las clases presenciales hasta el 30 de abril desató, en la loca carrera electoral de la derecha, los miedos y odios atávicos de una clase que se cree patrona hasta de les docentes y no teme tomar a niñes y adolescentes como rehenes.
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